Esta semana estuve efectuando labores de
activismo en Juncalito, en Tocuyito, junto con los concejales Lina Fernández,
Ramón Blasco y Peggy Pérez quienes me mostraron la realidad de la zona.
Obviamente, una realidad que dista mucho del “Venezuela se arregló”. En la
calle “ La Granja” nos encontramos un paisaje lunar, una vía de tierra, con
huecos y troneras, llena de escombros y basura cuya escasa iluminación la
colocan los vecinos de forma artesanal. Pues bien, allí no me encontré
desánimo, ni confusión entre los vecinos, me encontré con ciudadanos dispuestos
a organizarse para hacer visible su drama cotidiano y a quienes juramenté como
un Comité Local más de AD en resistencia. Desde ya, ese equipo se encuentra
recopilando y documentando las obras públicas inconclusas para alimentar
nuestra batería de reclamos porque esa es la tarea más relevante que tenemos
hoy: desnudar el velo de conformismo que atrapa a un gobierno municipal que se
engaña a si mismo creyendo que algunos bombillos y una pintura en una plaza es
una “gestión exitosa”. En realidad, la ausencia de medios de comunicación
independientes volcados a la denuncia ciudadana está provocando que
funcionarios desinformados caigan en la trampa de verse el ombligo.
También visité Barrio Escondido, una
comunidad que lleva dos años padeciendo un desbordamiento de aguas negras en la
calle “El Bosque”, pude ver dos cuadras de aguas putrefactas que afectan
diariamente a sus vecinos. Ellos mismos han intentado limpiarlo, porque en la
alcaldía no le han brindado aún la respuesta indicada. Pues bien, al limpiarlo
al otro día vuelve a desbordarse dado que existe una obstrucción en las
tuberías que solo con maquinaria puede corregirse.
Por si fuera poco, esa misma comunidad
lleva también dos años sin agua potable. Me cuentan los vecinos que se dañó la
bomba del pozo que los surte y aún no tiene la respuesta que tanto se espera de
las autoridades competentes. Lo hemos reiterado en muchas ocasiones, el acceso
al agua potable es un derecho humano.
Desde las redes sociales de la alcaldía se
ha hecho público que se han reactivado un número determinado de pozos de agua (recuérdese
que ha sido esa la única alternativa frente al total colapso de Hidrocentro),
no obstante, para que podamos tener un juicio objetivo de la gestión se
requieren, más que fotos, datos sobre el número de pozos existentes, número de
pozos dañados y número de pozos reparados con geolocalización. ¿Exageramos? No.
Es que la información pública en manos de los ciudadanos permite desarrollar el
criterio para juzgar si vamos bien o estamos por caer en el precipicio.
Por eso es que solicitamos la aprobación de
una ordenanza de Transparencia Administrativa. Para que Barrio Escondido, y
otras comunidades con los mismos problemas, no permanezcan olvidadas para el
conjunto de la sociedad que debe sentirse ofendida cuando nuestros
conciudadanos no tienen agua potable. Si personalmente estamos bien, pero los
otros, aunque desconocidos, están mal, no podemos decir que la sociedad está
bien. Una sociedad democrática, que descansa sobre el ideal de la igualdad y la
justicia social, no puede permitirse tranquilidad si otros sufren la violación
de derechos humanos. Los demócratas no podemos quedarnos quietos mirándonos el
ombligo, es nuestra obligación actuar.
Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @rockypolitica