Lunes 07 de enero de 2019, 20:56h
Por Juan Carlos Zapata @periodistajcz.-
El magistrado Christian Zerpa confirma la posición del presidente de la Asamblea Nacional. Que Maduro usurpa la Presidencia de la República.
No es que Zerpa tenga la misma estatura política que Juan Guaidó, pero ambos se dan la mano justo cuando se acerca la juramentación del 10 de Enero.
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Foto: transparencia.org
El magistrado Christian Zerpa se fue, huyó, escapó porque Maduro no se merece otro periodo, porque no estaba de acuerdo con la juramentación del Presidente.
Zerpa se marchó a Estados Unidos porque no iba a juramentar a Nicolás Maduro. No quería estar en el acto de juramentación.
No iba a prestarse para la comparsa igual que los otros magistrados que este 10 de enero así lo harán. Y es lo mismo que ha dicho Juan Juaidó, que la Asamblea Nacional, de la cual es presidente, no va a juramentar a Maduro. Son otras palabras que significan lo mismo. Dichas por personajes opuestos. En una misma dirección.
Hoy el régimen no está tranquilo. Lo del magistrado tiene un impacto político, hacia adentro y hacia afuera. Hacia adentro porque profundiza la desconfianza entre los factores aliados de Maduro.
Hacia afuera, porque refuerza el discurso que apunta hacia el desconocimiento de Maduro y de su acto de juramentación para un segundo periodo.
Así, Zerpa refuerza a Guaidó. Y ambos envían un mensaje al país. A la comunidad internacional. Que no es un problema de la oposición no reconocer a Maduro sino que es asunto que incumbe a chavistas y no chavistas.
Ambos jóvenes. Joven Zerpa y joven Guaidó, han reivindicado la democracia. Y en el caso de Zerpa, ficha de Maduro, de Cilia Flores, de Tareck El Aissami, del poder chavista, sus palabras adquieren un significado especial.
Porque lo de Guaidó era previsible. Lo de Zerpa una sorpresa, tratándose de alguien considerado hasta hace algunas horas leal al régimen y a las cabezas del régimen.
No se puede seguir apoyando a Maduro, le dijo a Carla Angola un arrepentido Zerpa. No hay que seguir en ese juego.
Y ello tiene una coincidencia con lo que dio Guaidó: La Presidencia de la República no se encuentra vacante. Se encontrará a partir del 10 de enero usurpada, porque estamos en dictadura.
Y recuperar la democracia no depende de una ley o de nombrar a alguien, depende de todos".
Hoy el régimen no está tranquilo. Lo del magistrado tiene un impacto político, hacia adentro y hacia afuera.
Hacia adentro porque profundiza la desconfianza entre los factores aliados de Maduro. Hacia afuera, porque refuerza el discurso que apunta hacia el desconocimiento de Maduro y de su acto de juramentación para un segundo periodo.
Y es que, dijo Guaidó, “hoy está suficientemente claro que Nicolás Maduro es un dictador, y como tal, no cederá el poder de manera voluntaria.
Nuestro reto es lograr que su salida no sea una concesión, sino una exigencia y obligación que venga del pueblo, la comunidad internacional, de su soporte político y de la Fuerza Armada Nacional”.
El impacto político que ocasiona el magistrado que huyó a Estados Unidos
Maduro creía que iba a un 10 de enero liso. Pero no...
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