jueves, 7 de febrero de 2019

Cómo evitar que la desinformación afecte la lucha y el plan de Juan Guaidó

PODERÓMETRO

Por César Morillo 
Jueves 07 de febrero de 2019, 15:00h 
Por César Morillo.-

Cuando el presidente de Colombia, Iván Duque, declaró este sábado que la salida de Nicolás Maduro era cuestión de horas, inmediatamente elevó el ánimo de millones de venezolanos que claman por un cambio y anhelan que sea ya.

Pero también puso en movimiento al aparato de propaganda del régimen. Desde ese día se prepararon todo tipo de audios y videos anónimos y se pusieron a circular por el vasto universo de las redes sociales.

Juan Guaidó tiene la hoja de ruta clara.

El domingo se convirtió en algarabía ante la inminente supuesta salida de Nicolás Maduro. El lunes era 4 de febrero y que mejor fecha para celebrar que esa. No podía haber un mejor final que sacarlos el día que el chavismo conmemora el golpe de Estado.

Pero el lunes Maduro seguía ahí, visitando cuarteles y anunciando que adelantaría las elecciones parlamentarias, aparentemente afianzado en el poder y más firme que nunca. Los ánimos populares se desinflaron. Este hombre no se irá nunca, llegó a comentar una incrédula mujer.

El poder cubano ha aprendido estas técnicas como mecanismo de control social. ¿Hay antídoto para no ser víctima fácil de este efecto que tanto daño produce en la inmensa población que quiere un cambio? Pues sí, solo hacerle caso a los líderes y comunicadores reconocidos, y a Juan Guaidó en particular.

Es pertinente recordar que lo que ha de ocurrir ocurrirá como producto de un proceso. La inmensa mayoría de venezolanos quiere un cambio en paz, lo más rápido posible, y todo hace indicar que ese cambio se dará, esta vez sí. ¿Tenemos razón en ser optimistas? Por supuesto. Nunca tantas variables y circunstancias habían confluido a nuestro favor.

La verdad es que fuimos víctimas de lo que pudiéramos llamar efecto montaña rusa. Nos llevan a las alturas, haciéndonos escuchar lo que alimenta nuestros más sentidos deseos para luego dejarnos caer al vacío, donde el desengaño y la depresión nos colman.

Lo que pasa es que la información es poder, tanto cuando se dice la verdad como cuando se miente, y en momentos como el que se viven, todavía más.

El poder cubano ha aprendido estas técnicas como mecanismo de control social. ¿Hay antídoto para no ser víctima fácil de este efecto que tanto daño produce en la inmensa población que quiere un cambio? Pues sí, solo hacerle caso a los líderes y comunicadores reconocidos, y a Juan Guaidó en particular.

Es pertinente recordar que lo que ha de ocurrir ocurrirá como producto de un proceso. La inmensa mayoría de venezolanos quiere un cambio en paz, lo más rápido posible, y todo hace indicar que ese cambio se dará, esta vez sí.

¿Tenemos razón en ser optimistas? Por supuesto. Nunca tantas variables y circunstancias habían confluido a nuestro favor.

La comunidad internacional haciendo causa común, el cerco económico al régimen, la unidad opositora alrededor de un líder con credibilidad e ideas claras, y una inmensa voluntad popular que de nuevo abarrota las calles. Optimistas sí, triunfalistas no. Falta poco, pero ese poco que falta ha de ser el más complejo y difícil.

Hagamos nuestro trabajo, dentro y fuera del país, perseveremos. Hemos resistido mucho para que ahora cuando vemos la luz próxima nos cansemos.

El 12 de febrero marcharemos acompañando al presidente Guaidó, y seguiremos unidos y atentos a los juegos de laboratorio de quienes están acorralados.

Pronto se iniciará una campaña tratando de mostrar diferencias entre los que acompañan a Guaidó, tratando de dividirnos. Nada de eso. Repitamos las tres maravillosas consignas que nos unen: Cese la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres.

Ya le aconsejan a Maduro una retirada a tiempo Ayer martes, en un breve artículo publicado en El Universal...



César Morillo 
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