viernes, 24 de mayo de 2019

Los problemas que le genera a Maduro la renuncia de Isaías Rodríguez

KONFIDENCIALES

Por Juan Carlos Zapata 
Viernes 24 de mayo de 2019, 16:02h 
Por Juan Carlos Zapata @periodistajcz.-

El problema no es que Isaías Rodríguez haya renunciado a la embajada de Italia. Que al fin y al cabo ya Isaías Rodríguez no era embajador. Ni él quería a Nicolás Maduro, que es lo de menos, ni Maduro lo quería a él, que es lo demás.


Isaías Rodríguez no se quería con Maduro / 
Foto: Venevision.net

Entonces el problema es que a Maduro se le abrió un boquete en Italia. No por lo que ejerciera Isaías Rodríguez sino por lo que representaba. Era el embajador formal.

Y embajador es embajador, mucho más cuando la comunidad internacional tiene cercado a Maduro. Ahora a Maduro se le dificulta designar embajador en Italia.

Tendrá que conformarse con un encargado de Negocios. Y si Isaías Rodríguez ya era un ausente en la escena diplomática italiana, cualquier funcionario de menor rango que se designe, lo será todavía más. De manera tal que Maduro se quedará sin embajadores en Italia. Porque es sabido que tampoco tiene en el Vaticano.

Maduro pensaba eso pero Isaías Rodríguez añoraba los tiempos en con Chávez le fue bien. Cuando estuvo en la Asamblea Nacional Constituyente.

Cuando estuvo en la Vicepresidencia Ejecutiva. Cuando estuvo en la Fiscalía. Bueno, el paso por la Fiscalía fue penoso y allí se deterioran las relaciones con Chávez.

Y por ello no repite. Se le cruza Luisa Ortega Díaz. Cuando Chávez activa el CREA, lo deja por fuera. Designa a José Vicente Rangel, a Germán Mundarain, a Roy Chaderton y Luis Brito García.

A Isaías Rodríguez lo margina. Y marginado lo recoge Germán Saltrón. Más tarde salta a la embajada de España y luego a Italia en 2011. Muere Chávez y llega Maduro y comienza la pesadilla. Más de una vez Maduro, de vuelta de Rusia, hizo escala técnica en Roma y no se bajaba del avión para no verle la cara.

Maduro dirá que en Italia cuenta con activistas que lo defiendan, mejor que lo que hacía el ex embajador, a quien no le dio la oportunidad de hacerlo, rencillas mediante. De hecho, una periodista y un profesor italianos, mandaban más que Isaías Rodríguez, y son los que llevan la voz por Maduro, y son los que tomarán más protagonismo.

A Isaías Rodríguez lo habían marginado de la Expo de Milán, donde asumieron el papel principal, entre otros, el cónsul de la ciudad, Giancarlo Di Martino, articulista radical de la causa madurista.

Y ahora vino lo de la Expo de Venecia. Aguantó lo de Milán pero no aguantó lo de Venecia. Entonces dijo lo que dijo. Que para qué gastar dinero en un evento de esa naturaleza un país que no paga los sueldo al personal diplomático, que no puede pagar los arriendos, que no pagar las deudas atrasadas.

Retrató al Estado madurista arruinado. Y esto va con todo el servicio diplomático. Por lo que Isaías Rodríguez estaba diciendo una gran verdad. Y esa verdad es la que provocó la ruptura definitiva.

Porque la ruptura venía. Isaías volvió a Caracas en 2017 para participar en la Asamblea Nacional Constituyente como todo un radical.

Aspiraba a presidirla y se equivocó. Soñó inclusive volver a la Fiscalía General, y se equivocó. Qué iluso.

Si tenía el antecedente de cómo Maduro había ido moviendo piezas desde sus tiempos en la Cancillería en beneficio propio, en beneficio del proyecto de poder propio que el grupo civil que acompañaba a Hugo Chávez en el poder comenzó a estructurar, previendo la muerte de este.

No lo hicieron José Vicente Rangel ni Alí Rodríguez Araque. Entonces, cuando eran cancilleres, Chávez no estaba enfermo. Pero Maduro, antes de la enfermedad, en la enfermedad y después de la muerte, pensó en estrategia.

Pensó en Francia, donde atornilló a Michel Mujica, pensó en Milán, donde designó a Gian Carlo Di Martino, pensó en Londres, pensó en Polonia, pensó en Turquía, pensó en España.

Pensó inclusive en la FAO. Pensó en Rusia. Maduro pensaba con Calixto Ortega que a la sazón era el vice canciller para Europa, y ejecutaba, como ejecuta hoy en el Tribunal Supremo de Justicia en calidad de magistrado.

Y también contaba Maduro con Temir Porras, asesor, para estos azares de la guerra del poder. Maduro con Chávez fue un canciller activo.

En la OEA, en América Latina, en Europa, en la ONU. Para Maduro, el súper canciller, Isaías Rodríguez no era nadie. No estaba en el foco de los aliados, casi que de nada.

Maduro pensaba eso pero Isaías Rodríguez añoraba los tiempos con Chávez. Cuando le fue bien. Cuando estuvo en la Asamblea Nacional Constituyente. Cuando estuvo en la Vicepresidencia Ejecutiva.

Cuando estuvo en la Fiscalía. Bueno, el paso por la Fiscalía fue penoso y allí se deterioran las relaciones con Chávez.

Y por ello no repite. Se le cruza Luisa Ortega Díaz. Cuando Chávez activa el CREA, lo deja por fuera. Designa a José Vicente Rangel, a Germán Mundarain, a Roy Chaderton y Luis Brito García.

A Isaías Rodríguez lo margina. Y marginado lo recoge Germán Saltrón. Más tarde salta a la embajada de España y luego a Italia en 2011. Muere Chávez y llega Maduro y comienza la pesadilla. Más de una vez Maduro, de vuelta de Rusia, hizo escala técnica en Roma y no se bajaba del avión para no verle la cara.

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Los acreedores han tomado nota de lo dicho por Isaías Rodríguez en cuanto a las finanzas. Eso agita a los acreedores. No solo en Italia.

También el mundo. Los agita de verdad porque ya no es chisme. Que los funcionarios no cobren. Que anden ejerciendo otros trabajos para sobrevivir. Que anden aguardando las remesas cada cierto tiempo como el coronel de El Coronel no tiene quien le escriba.

Viendo hacia la puerta, viendo hacia el despacho, viendo si el embajador regresa del viaje de Turquía con un maletín y en ese maletín trae los dólares o los euros.

A Guaidó se le despeja un campo. El tren diplomático puede aprovechar esta oportunidad de hacer un lobby más efectivo. Porque Italia sigue sin reconocer a Guaidó y sin reconocer a Maduro. Pero ya se inclina más hacia Guaidó. La colonia italiana en Venezuela sigue siendo numerosa.

Los activistas de Maduro afianzan su rol. Y lo que en apariencia no lo es, se puede transformar en una incomodidad. Queda gente herida en la misión en Roma. Hay gente herida en Madrid. Hay gente herida en París.

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